Curiosidades
Visión de los insectos.- Los insectos (artrópodos) pueden tener tres tipos
de receptores visuales, o una combinación de varios de ellos.
- Receptores dérmicos: sin ser
células dedicadas a la visión, algunas especies tienen partes de su cuerpo
que son fotosensibles.
- Ocelos: también llamados “ojos
simples”, ya que están compuestos de una sola unidad receptora, u
“omatidios”. La mayoría de los insectos tienen estos ocelos, ya sea
aislados o en pequeños grupos.
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Ojos compuestos: Los
insectos voladores, que necesitan una mayor resolución visual, tienen lo que se
denomina “ojos compuestos”, que están formados por múltiples ocelos o unidades
receptoras (omatidios) (llegando a los 30.000 encontrados en algunas especies
de libélulas). Cada omatidio está formado por una lente, formando la cara
superficial de cada una lo que se denomina una “faceta”, un cono cristalino
transparente, células fotosensibles distribuidas de forma radial alrededor del
rabdoma, que hace la función de guía de onda para transmitir la señal,
formándose una imagen invertida en las células retinulares fotosensibles; y células
pigmentarias que separan cada receptos del resto.
Así,
vemos que las imágenes que se forman en el cerebro del insecto con ojos
compuestos están formadas por un mosaico de minúsculas imágenes individuales
que se combinan para generar una imagen formada por pequeños “puntos” en cierto
modo, se asemeja a una imagen digital, en la cual cada píxel es la imagen
captada por un omatidio concreto.
Si bien estos ojos compuestos son superiores a los nuestros en algunos puntos,
podemos decir que en general los insectos ven peor que nosotros. De hecho,
volviendo al símil de las imágenes digitales, vemos que los insectos ven mejor
o peor dependiendo del número de omatidios presentes en su ojo, y por norma
general, este número no es suficientemente alto como para igualar la calidad de
la imagen a la que nosotros captamos.
Según estudios realizados, podemos afirmar que una abeja ve unas 60 veces peor
que nosotros, es decir, un objeto que nosotros podríamos discriminar a 60
metros, una abeja tan sólo puede discriminarlo a un metro. Parte del problema
es también que los ojos compuestos son incapaces de enfocar.
Pero no todo iban a ser desventajas: los ojos compuestos le confieren al
insecto una visión periférica excelente, gracias a la disposición de los
omatidios, que en los insectos con mejor visión suelen estar dispuestas en
forma de semiesfera.
Los
insectos y el color.- Las
imágenes que se forman en el cerebro del insecto están formadas por un mosaico
de minúsculas imágenes individuales que se combinan para generar una imagen
formada por pequeños “puntos”.
Tienen dos clases de pigmentos, lo cual les permite diferenciar algunas
tonalidades de colores. Los receptores pigmentarios de los insectos están mucho
más desplazados hacia el ultravioleta de los humanos, lo cual les permite ver
perfectamente esta radiación. Uno de estos pigmentos absorbe el azul y el
ultravioleta y el otro absorbe el verde y el amarillo. Esto quiere decir que no
son capaces de discriminar colores puros de otros que son una combinación, más
o menos como los daltónicos pero con las frecuencias desplazadas hacia el
ultravioleta. Además, no puede ver demasiado bien el rojo puro.
Algunos insectos tales como la abeja, el abejorro, o la libélula tienen
tres tipos de receptores pigmentarios, por lo que pueden diferenciar colores
(360 nm (ultravioleta), 440 nm (azul-violeta), y 588 nm (amarillo-verde-rojo))
dentro de su espectro visual, lo cual significa que pueden distinguir cualquier
color o combinación en un margen que va desde el ultravioleta hasta el
amarillo-rojo (sin llegar al rojo puro).
Si nos fijamos, podemos ver que las luces que se utilizan para atraer a los
insectos son siempre de color azul-violeta, dado que es el color que mejor
pueden ver. Podemos hacer la prueba con una luz roja, y veremos que los
insectos no se ven atraídos.